martes, 9 de noviembre de 2010

Villa Urquiza (Entre Ríos)

Villa Urquiza se encuentra al oeste de la provincia de Entre Ríos, a orillas del Rio Paraná y a 30 km. de la ciudad de Paraná.

Un poco de historia
Creada el 1º de septiembre de 1853 por orden del General Justo José de Urquiza, y bajo el nombre de “Las Conchas”, su origen la caracteriza como la Primera Colonia Agrícola Militar. Sus primeros habitantes fueron hombres que militaron junto al General en varias de sus campañas guerreras. El encargado de iniciar el núcleo poblacional fue Don Manuel de Clemente, quien convocó a militares que pretendían dedicarse a la agricultura, y a tal fin definió un parcelamiento provisorio de las tierras y logró la habilitación de un puerto.
En 1855 se hace cargo de la Colonia “Las Conchas” el comandante Militar del departamento Paraná, Coronel Doroteo Salazar, quien llega con un importante grupo de inmigrantes dando inicio a la etapa de radicación efectiva. Es importante destacar que estos nuevos pobladores provenían de diferentes naciones: Alemania, País Vasco, Suiza y Francia para dedicarse a la agricultura y la ganadería.
En 1858 el gobierno nacional dispuso que su nombre fuera cambiado por el de Colonia Urquiza. Dos años más tarde, el 7 de septiembre de 1860, sería elevada de rango, pasando a conocérsela como Villa Urquiza.
Toda ésta sería una época de gran desarrollo agrícola- ganadero y comercial centrado en el puerto de la villa. No obstante, a partir de la creación del ferrocarril, el puerto se cierra cayendo con él toda la actividad económica y provocando una fuerte recesión en la zona que, con el tiempo, encontraría una alternativa de crecimiento en el turismo
Villa Urquiza fue re-descubierta como destino turístico hace muchos años cuando un grupo de pescadores se percató de la generosidad del río Paraná a estas alturas
Es un lugar hermoso con esplendidas y amplias playas, vegetacion abundante, paisajes isleños y empinadas barancas. Existe un camping arbolado situado a orillas del rio y se pueden realizar excursiones embarcadas; travesías en bicicleta y cuatriciclos; cabalgatas, pesca deportiva y deportes náuticos.
Llanuras, barrancas y lomadas sinuosas trazan el marco paisajístico de Villa Urquiza describiéndola como un lugar donde, además del cuadro natural y las playas, el turista puede complacerse con estadía en confortables complejos acondicionados con solarium y piscinas.
Al conjugando conjunto de sombras verdes y amarronadas aguas de río, Villa Urquiza suma un centro urbano con casa de hermosas fachadas antiguas conviviendo con nuevas residencias de alquiler.
Un boulevard conduce hacia los principales referentes locales: la plaza central, el anfiteatro, el Museo Regional “Casa Aceñaloza”, la iglesia y un poco más allá, los cuatro cementerios que atrapan la atención de los turistas por su singularidad característica.
Villa Urquiza ofrece una excursión en automóvil por el camino costero que bordea la barranca a lo largo de 6 Kms. permitiendo el acceso a lugares bellísimos y acercando aún más a la contemplación del paisaje litoraleño.

Los Cuatro Cementerios
los Cuatro Cementerios locales, considerados monumentos históricos, se han convertido en atractivo turístico de excepcionalidad por la tradición de los pobladores de enterrar a los muertos según la religión que practicaran.
Los cementerios se dividen en: el de las hermanas belgas, el católico nuevo, el catolico viejo, y el protestante. El católico viejo y el protestante son los que acaparan la mayor atención de los visitantes debido a la belleza arquitectónica de sus tumbas que datan de mediados del siglo pasado.

Puerto
El antiguo puerto de Villa Urquiza, de importancia fundamental para la provincia en su época de esplendor, puede contemplarse hoy totalmente en ruinas.
Las torres que estuvieron en lo alto de la barranca dominando el espacio, se encuentran ahora diseminadas a orillas del río. En ellas se almacenaban los cereales de la zona para ser luego transportados en barco hacia otros puertos
Hoy, este pintoresco lugar está adornado con farolas y bancos, y se ofrece a lugareños y visitante como un muelle desde dónde contemplar la inmensidad del río y el amanecer
Cerca del muelle se puede apreciar el Monumento al Estibador como símbolo del trabajo de antaño de los habitantes que supieron dedicar largas horas de sus días a hombrear las bolsas con cereales hasta el puerto.

La Balsa
Se trata de una de las pocas balsas a tracción a sangre que subsisten. Permite el paso de Paraná a Villa Urquiza y viceversa acortando la distancia en 20Kms. Hoy puede vivírselo como una excursión, aunque en el pasado fue el unico medio de comunicación y transporte.
Su atractivo consiste en llegar al arroyo Las Conchas y subir a un flotante que cruza a la otra orilla gracias a una polea que el balsero mueve a mano y que atraviesa el curso de agua.

Museo Regional Casa Aceñolaza
Con un amplio pasado como almacén de ramos generales, el edificio que hoy es y contiene al Museo Regional, constituye todo un símbolo de Villa Urquiza.
El viejo almacén fue una de las primeras construcciones levantadas en la villa. Se lo conocía como la Casa Aceñolaza, y era propiedad del Gobernador Antelo, aunque antes lo había sido del inglés John Wood. Se halla situado frente a la plaza principal de Villa Urquiza.











Camping Municipal

Muelle Histórico

lunes, 8 de noviembre de 2010

Miramar, Laguna Mar Chiquita, (Provincia de Córdoba)

En estos últimos años hicimos varios viajes a esa ciudad, queda a unos 160 Km. de Rafaela.
Estas salidas las hicimos en algunas oportunidades solos, en otras con amigos y en otras con familiares parando tanto en casas de alquiler como también en camping.
Existe una amplia oferta entre hoteles, hospedajes, complejos, casas particulares en alquiler y campings. Estos últimos hay dos: uno con dos piletas y el otro con playa a la laguna.

Un poco de historia
“la laguna Mar Chiquita (o Mar de Ansenuza), espejo de agua salada que existe desde hace aproximadamente 30 mil años. . Se trata de una zona que fue comarca sanavirona.
La historia de Miramar se cuenta a través de sus hoteles y el comportamiento de la laguna, que se ha alejado y ha subido sobre el poblado.
Las primeras construcciones hoteleras son del 1908: unas 20 habitaciones levantadas con la técnica constructiva del rancho criollo: barro y postes de quebracho.
A partir de 1912, los turistas podían llegar en tren, a Balnearia, y tras cruzar 12 km de tierra arribar a Miramar (recién se pavimentó en 1954). Pero además de paseantes, el ferrocarril trajo habitantes a este poblado que, sin Estado, caminos ni electricidad, comenzaba a delinear sus formas.
El emprendimiento de Victorio Rosso, de la década del ’20, es en el ingreso al poblado un hotel y el cartel que anunciaba su nombre: Mira-mar y es, para muchos, el antecedente que da nombre a la localidad.

Alrededor de estos primeros esfuerzos la costa de la Mar Chiquita se fue ocupando con muelles, casillas, vestuarios, embarcaciones, lanchas, veleros, flotadores y visitantes cubiertos de barro. La fangoterapia fue uno de los principales atractivos del lugar. En países como Alemania e Italia se recomendaban los tratamientos de agua y barro de esta enorme extensión de agua salada.

Con el tiempo, a su economía se sumó el desarrollo de la cría de nutrias falsas en cautiverio y el asentamiento de una producción hortícola intensiva. En 1951 la cría de nutrias producía 200 mil pieles y la Cooperativa de Criadores de Nutria (creada en 1949) nucleaba a 100 criaderos.


En los años ’70, Miramar consolidó una importante infraestructura turística y la naturaleza, en un principio, acompañó el entusiasmo. Más de 100 hoteles, varios edificios públicos, tres kilómetros de costanera pavimentada, escaleras, duchas, sanitarios, playas públicas, accesos y bajadas para lanchas, club náutico, tres piletas públicas de agua salada y centros termales eran parte de su costa. Pero sólo a tres años de lo que parecía el despegue, una vez más la naturaleza se pronunció.

En 1974 comenzó un período húmedo que, entre los años ’76 y ’78, haría que las aguas de la laguna afectaran a 198 familias; cubrieran 37 manzanas, 120 mil metros cubiertos de edificación, el 90 por ciento de los establecimientos hoteleros, 60 emprendimientos comerciales; la terminal de ómnibus, el Centro Balneológico Termal, el camping municipal, escenarios para festivales al aire libre, escuelas primarias y secundarias, Banco de la Provincia de Córdoba, Cooperativa de Criadores de Nutria, Asociación Hotelera, Casino Provincial, dos de sus iglesias, el Club Náutico, los edificios de Entel y Encotel, todas las plazas públicas...
El agua avanzó sobre el esplendor de Miramar y expulsó a una buena parte de su población: de 4.200 habitantes registrados en 1976, quedaron sólo 2.000, pasada la inundación

Detonación y después
Si bien el agua también trajo al pejerrey –estimulando una nueva actividad– y los esfuerzos por continuar se inclinaron hacia la curtiembre y la peletería, los miramarienses le dieron la espalda al mar y tardaron más de una década en vislumbrar soluciones.
En 1992, a través de un convenio con el ejército, se procedió a detonar las partes de Miramar que se levantaban bajo el agua.

El 15 de setiembre de 1992 con estruendos y dinamita Miramar decía adiós a una parte de su historia. Se cuenta que a los soldados encargados de la tarea sólo les tembló el pulso ante la cúpula de la iglesia de Santa Teresita, por lo que se solicitó la presencia del cura párroco para apretar el detonador. Casi nada quedó de la arquitectura de esos años, quizá sólo se salvó la torre del casino Copacabana que, aún hoy, se levanta como un faro en la playa.

Hoy, varios años después de estos, en Miramar se siente la brisa del cambio. Esta muy avanzada la construcción de una nueva costanera y la ejecución de emprendimientos privados de envergadura.
Esperemos que esta vez la obra del hombre pueda amalgamarse con la naturaleza de la laguna.”
Fuente: Aída Maldonado - La Voz del interior















Esta es la torre del viejo casino de Miramar. Solo quedó la torre.

Hotel Viena. Estaba a 4 cuadras de la laguna. Se dice que fue refugio de oficiales de Hitler.