lunes, 8 de noviembre de 2010

Miramar, Laguna Mar Chiquita, (Provincia de Córdoba)

En estos últimos años hicimos varios viajes a esa ciudad, queda a unos 160 Km. de Rafaela.
Estas salidas las hicimos en algunas oportunidades solos, en otras con amigos y en otras con familiares parando tanto en casas de alquiler como también en camping.
Existe una amplia oferta entre hoteles, hospedajes, complejos, casas particulares en alquiler y campings. Estos últimos hay dos: uno con dos piletas y el otro con playa a la laguna.

Un poco de historia
“la laguna Mar Chiquita (o Mar de Ansenuza), espejo de agua salada que existe desde hace aproximadamente 30 mil años. . Se trata de una zona que fue comarca sanavirona.
La historia de Miramar se cuenta a través de sus hoteles y el comportamiento de la laguna, que se ha alejado y ha subido sobre el poblado.
Las primeras construcciones hoteleras son del 1908: unas 20 habitaciones levantadas con la técnica constructiva del rancho criollo: barro y postes de quebracho.
A partir de 1912, los turistas podían llegar en tren, a Balnearia, y tras cruzar 12 km de tierra arribar a Miramar (recién se pavimentó en 1954). Pero además de paseantes, el ferrocarril trajo habitantes a este poblado que, sin Estado, caminos ni electricidad, comenzaba a delinear sus formas.
El emprendimiento de Victorio Rosso, de la década del ’20, es en el ingreso al poblado un hotel y el cartel que anunciaba su nombre: Mira-mar y es, para muchos, el antecedente que da nombre a la localidad.

Alrededor de estos primeros esfuerzos la costa de la Mar Chiquita se fue ocupando con muelles, casillas, vestuarios, embarcaciones, lanchas, veleros, flotadores y visitantes cubiertos de barro. La fangoterapia fue uno de los principales atractivos del lugar. En países como Alemania e Italia se recomendaban los tratamientos de agua y barro de esta enorme extensión de agua salada.

Con el tiempo, a su economía se sumó el desarrollo de la cría de nutrias falsas en cautiverio y el asentamiento de una producción hortícola intensiva. En 1951 la cría de nutrias producía 200 mil pieles y la Cooperativa de Criadores de Nutria (creada en 1949) nucleaba a 100 criaderos.


En los años ’70, Miramar consolidó una importante infraestructura turística y la naturaleza, en un principio, acompañó el entusiasmo. Más de 100 hoteles, varios edificios públicos, tres kilómetros de costanera pavimentada, escaleras, duchas, sanitarios, playas públicas, accesos y bajadas para lanchas, club náutico, tres piletas públicas de agua salada y centros termales eran parte de su costa. Pero sólo a tres años de lo que parecía el despegue, una vez más la naturaleza se pronunció.

En 1974 comenzó un período húmedo que, entre los años ’76 y ’78, haría que las aguas de la laguna afectaran a 198 familias; cubrieran 37 manzanas, 120 mil metros cubiertos de edificación, el 90 por ciento de los establecimientos hoteleros, 60 emprendimientos comerciales; la terminal de ómnibus, el Centro Balneológico Termal, el camping municipal, escenarios para festivales al aire libre, escuelas primarias y secundarias, Banco de la Provincia de Córdoba, Cooperativa de Criadores de Nutria, Asociación Hotelera, Casino Provincial, dos de sus iglesias, el Club Náutico, los edificios de Entel y Encotel, todas las plazas públicas...
El agua avanzó sobre el esplendor de Miramar y expulsó a una buena parte de su población: de 4.200 habitantes registrados en 1976, quedaron sólo 2.000, pasada la inundación

Detonación y después
Si bien el agua también trajo al pejerrey –estimulando una nueva actividad– y los esfuerzos por continuar se inclinaron hacia la curtiembre y la peletería, los miramarienses le dieron la espalda al mar y tardaron más de una década en vislumbrar soluciones.
En 1992, a través de un convenio con el ejército, se procedió a detonar las partes de Miramar que se levantaban bajo el agua.

El 15 de setiembre de 1992 con estruendos y dinamita Miramar decía adiós a una parte de su historia. Se cuenta que a los soldados encargados de la tarea sólo les tembló el pulso ante la cúpula de la iglesia de Santa Teresita, por lo que se solicitó la presencia del cura párroco para apretar el detonador. Casi nada quedó de la arquitectura de esos años, quizá sólo se salvó la torre del casino Copacabana que, aún hoy, se levanta como un faro en la playa.

Hoy, varios años después de estos, en Miramar se siente la brisa del cambio. Esta muy avanzada la construcción de una nueva costanera y la ejecución de emprendimientos privados de envergadura.
Esperemos que esta vez la obra del hombre pueda amalgamarse con la naturaleza de la laguna.”
Fuente: Aída Maldonado - La Voz del interior















Esta es la torre del viejo casino de Miramar. Solo quedó la torre.

Hotel Viena. Estaba a 4 cuadras de la laguna. Se dice que fue refugio de oficiales de Hitler.

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