martes, 19 de enero de 2010

Humahuaca

DIA 6: Lunes 21 de enero de 2008

Nos levantamos, desayunamos en la galería de la cabaña, mirando las montañas que forman la quebrada, nos parecía mentira estar allí. Nos preparamos para ir hacia Humahuaca.
Tomamos la ruta rumbo al norte pasando por Huacalera que esta casi sobre el Trópico de Capricornio (señalado por un monolito), su iglesia del siglo XVII, joya de la arquitectura de la colonia, conserva pinturas cuzqueñas como el "Casamiento de la Virgen", única en su temática. La Posta de Huacalera, fue el establecimiento colonial más antiguo. La escuela, aún en pie, es de 1.825.
El molino colonial, obra de los jesuitas, y el pucará de Molla son los puntos más característicos.
Seguimos viaje y llegamos a Humahuaca.
El pueblo de Humahuaca es el último de los pueblos antes de entrar a la Puna. Es el más grande entre Jujuy y La Quiaca pero al mismo tiempo el más autóctono, ya que se mantiene relativamente cerrado al ingreso de pobladores foráneos (a diferencia de Tilcara).
A Humahuaca se entra por una de sus típicas callecitas empedradas, con casas de adobes que en sus frentes tienen faroles de hierro forjado. El aspecto del pueblo evoca los tiempos de la colonia.
Recorrimos el Mercado al aire libre donde se vende desde artesanías, electrodomésticos, repuestos de autos, ollas, hasta frutas y verduras, carne, ropa, etc. Compré papas andinas que son pequeñitas y de hermosos colores y ajíes colorados de sabor muy picante.
Llegamos a la plaza donde se encuentra la Iglesia de la Candelaria (1641) y en su interior imágenes del pintor Marcos Sapaca de escuela de Cuzco.
Frente a la iglesia está el cabildo con su famoso reloj-torre, del que cada mediodía sale una figura tamaño real de San Francisco Solano y da la bendición. Esperamos hasta el mediodía, la gente llegaba y esperaba la bendición al santo que dura quince minutos y la gente se entrega a los rezos, agradecimientos y pedidos.
En una esquina de la plaza comienza la explanada escalonada del Monumento a los Héroes de la Independencia y al Ejército del Norte, erigido en homenaje a los nativos de la Quebrada que jugaron un papel primordial en la lucha por la independencia. De hecho, los pobladores de Humahuaca resistieron once invasiones realistas. Desde lo alto de las escalinatas la mirada abarca la totalidad del pueblo y la inmensa soledad de los paisajes aledaños, donde sobresalen apenas los dedos acusadores de los cardones.
Almorzamos en la plaza empanadas típicas.
Recorrimos lo que nos faltaba y regresamos a Tilcara.
Una ves en Tilcara fuimos a visitar la “garganta del Diablo” que es una falla natural entre dos montañas.
Compramos artesanías en la plaza donde una doñita me vendió una olla de barro para cocinar guisos y no me creía cuando le dije que la iba a usar de adorno. Me aseguraba constantemente que no perdía y que era térmica.
Cenamos en una cantina típica donde un grupo folklórico acompañaba la cena con temas típicos del altiplano ejecutados con cicus y erques, realmente toda una belleza.


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